Dios tiene un propósito y un plan
para su vida, y su tiempo es perfecto. A veces, Él responde nuestras oraciones
con un “sí” o un “no”. Pero, en otras ocasiones, dice: “Ahora no”. Cuando este
sea el caso, podemos aprovechar las ricas recompensas que recibimos mientras
esperamos.
Una bendición muy práctica es que
Dios nos fortalece mientras nos apoyamos en Él. Isaías 40:31 habla de un águila que se remonta a
las alturas —una metáfora adecuada de cómo el creyente que obedece al Señor
será levantado y sostenido por el Espíritu Santo. De hecho, es interesante
notar que la palabra hebrea para “viento” y “espíritu” vienen de la misma
palabra: ruach.
Cuando enfrentemos una decisión
difícil, lo fundamental es aprender a esperar. No hay ningún versículo de las
Sagradas Escrituras que nos diga que debemos tomar las riendas de nuestra vida
y encargarnos de librar nuestras batallas. Dios es quien lo hace a nuestro
favor (2 Cr 20:15), pero debemos ser pacientes y
confiar en Él.
Cuando David enfrentaba sus batallas
más grandes, esperaba en el Señor. Dios lo sacó del foso de la muerte y lo
plantó en tierra firme (Sal 40:1-3 NVI). Él hará lo mismo por usted.
Cuando usted le obedece, el Señor le da las fuerzas para hacer las cosas que Él
requiere; su Espíritu hace por usted lo que le resultaría imposible hacer por
sí solo.
Al leer la Biblia, vemos que cada vez
que un fiel servidor de Dios ganaba una victoria era porque estaba esperando y
confiando en el Señor. De la misma manera, usted podrá experimentar la victoria
si espera en Él.
Bendiciones y hasta pronto
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