martes, 29 de marzo de 2016

Sanando las heridas









Filipenses 1:6
Jesús vino a nuestro mundo para transformarlo, pero regresará para perfeccionar el trabajo que había comenzado.

Es difícil saber lo que realmente está pasando en la vida de las personas.
Por ejemplo, en la iglesia la mayoría de las personas sonríen, saludan a sus amigos, y tienden a dar una buena impresión.

Pero ¿qué tal si pudiéramos ver la verdad de sus vidas manifestada en sus cuerpos físicos? Descubriríamos que muchas están debilitadas por el dolor.
Sabríamos al instante si les está sucediendo algo, y haríamos lo que pudiéramos para ayudarlas.

Así es probablemente cómo Jesús percibía a las personas cuando trataba de ayudarlas.
Aunque en algunas de ellas las dolencias físicas eran más evidentes, también discernía la oscuridad espiritual y las heridas emocionales que las habían dejado devastadas.

Y aunque Cristo siempre intervenía para sanarlas físicamente, su propósito principal era salvarlas del pecado y darles vida en abundancia. Juan 10:10

Me pregunto cuántos creyentes hoy podrían decir con sinceridad que disfrutan de ese gran regalo. Sí, han sido salvos del pecado e irán al cielo, pero su vida parece más un seco desierto que un arroyo desbordante.

Bendiciones y hasta pronto.

viernes, 25 de marzo de 2016

LA DEMANDA DE ADÁN


Génesis. 1:29-30.
Adán tenía el derecho y la obligación de demandar una total dependencia al Señor: Y dijo Dios: He aquí que os he dado toda planta que da semilla, que está sobre toda la tierra, y todo árbol en que hay fruto y que da semilla; os serán para comer. Y a toda bestia de la tierra, y a todas las aves de los cielos, y a todo lo que se arrastra sobre la tierra, en que hay vida, toda planta verde les será para comer. Y fue así.

Adán tenía el derecho y la obligación de demandar una total dependencia al Señor:

En estos versículos de Génesis. 1:29-30 podemos ver la promesa de Dios de provisión para el hombre.
El Señor se declaró a sí mismo como la fuente de todo lo que el primer hombre pudiera necesitar jamás.

Su habitación era un regalo: el huerto del Edén.
Las buenas bendiciones eran muchas y variadas.
La belleza le envolvía.
El hombre  debía ser totalmente dependiente de Dios.

Lo mismo ocurre con el nuevo hombre, incluso en un entorno no tan idílico. El Padre quiere que vivamos dependiendo de Él, buscándole para suplir todas nuestras necesidades.

Y podemos inculcar en nuestros hijos la verdad de Filipenses 4:19: que dice: Mi Dios, pues, suplirá todo lo que os falta conforme a sus riquezas en gloria en Cristo Jesús.

Lo que Él hizo por el primer hombre, lo hará por usted y por mí a través de Cristo a pesar de nuestro contaminado entorno.
Adán no solo tenía derecho a demandar provisión, sino que también tenía derecho a demandar una guía para su vida.

Las Escrituras dicen: Tomó, pues, Jehová Dios al hombre, y lo puso en el huerto de Edén, para que lo labrara y lo guardase.

Y mandó Jehová Dios al hombre, diciendo: De todo árbol del huerto podrás comer; más del árbol de la ciencia del bien y del mal no comerás; porque el día que de él comieres, ciertamente morirás Génesis. 2:15-17.

¿Qué tipo de hogar tendría usted si buscara a Dios como la fuente de toda provisión?
¿Si buscaras la dirección divina de tu Creador para tu familia?

Si pudiéramos vernos a nosotros mismos como canales por los que Dios bendecirá a nuestras familias con recursos divinos y dirección, y si pudiéramos ser los hombres que Él quiere que seamos, tendríamos hogares llenos de armonía, paz y felicidad como el mundo nunca ha conocido. Si pudiéramos entender lo que Dios quiso para Adán al comienzo y saber que su deseo para nosotros es el mismo, cada uno estaría en buen camino hacia convertirse en un hombre completo.

Bendiciones y hasta pronto