jueves, 14 de enero de 2016

LA SED QUE EL HOMBRE TIENE DE DIOS




Salmos 42:1-2 Como el ciervo brama por las corrientes de las aguas,
Así clama por ti, oh Dios, el alma mía.
Mi alma tiene sed de Dios, del Dios vivo;
¿Cuándo vendré, y me presentaré delante de Dios?

Hay algo en el hombre que no se satisfará con lo visible y lo temporal. Algo en él clama por lo espiritual y por lo eterno.

El hombre tiene sed de Dios. En medio de lo visible y lo transitorio, él alcanza lo invisible y lo que permanece.

El Salmista expresa este grito universal del corazón humano cuando nos dice: Como el ciervo brama por las corrientes de las aguas, así clama por ti, oh Dios, el alma mía Salmo 42:1.

Dondequiera que se encuentren los hombres han tenido siempre alguna forma de adoración. Si Todos los hombres de todas las razas y climas han clamado por Dios.

Otro hecho digno de mencionarse es que este anhelo del espíritu humano se satisface en Cristo. Él es la luz del mundo Juan 9:5. Es el pan de vida Juan 6:35. Es el camino, la verdad y la vida Juan 14:6. Es al alma lo que la luz es al mundo material. Es al espíritu del hombre lo que el pan es al cuerpo. El satisface los anhelos más profundos del espíritu humano.

Así vemos que el hombre fue hecho para el evangelio, y el evangelio fue hecho para el hombre. Se ajustan el uno al otro como el guante se acomoda en la mano.

Cada uno fue designado para el otro. La naturaleza del hombre fue hecha para Dios, y aparte de Dios el hombre falla en todos sus intentos por alcanzar su destino verdadero.

Bendiciones y hasta pronto