martes, 21 de julio de 2015

La adoración



Y el pueblo creyó; y oyendo que Jehová había visitado a los hijos de Israel, y que había visto su aflicción, se inclinaron y adoraron.


Uno de los temas más debatidos en la iglesia de hoy es la adoración. Lamentablemente, a veces se habla de batallas de adoración para referirse al conflicto entre los diversos estilos de música y de predicaciones. Tal vez sea el momento de abrir nuestras mentes, desechar nuestras preferencias, y aprender lo que dice el Señor. La palabra adorar significa en la Biblia inclinarse con humilde respecto ante un ser superior.

El objetivo es conocer y exaltar al Señor de tal manera que nos marchemos transformados. Al igual que Abraham, nos humillamos y honramos a Dios creyendo en Él, obedeciendo sus mandamientos, y no negando nada a Él Génesis 22:1 al 18; Hebreos 11:17 al 19.

El Antiguo Testamento dio normas muy específicas para la adoración, pero Cristo cambió la forma de acercamos a Dios al venir al mundo He 9:1 al 15; 10:19 al 23.

Ahora Cristo nos dice que la única manera de adorar al Señor es en espíritu y en verdad Juan 4:23 y 24. Debido a que el Espíritu Santo está ahora dentro de cada creyente, nuestro lugar de encuentro con Dios no es un templo exterior, sino el espíritu interior del hombre Filipenses 3:3, y el sacrificio que ofrecemos somos nosotros mismos Romanos 12:1 y 2.

Ya que el Nuevo Testamento da solo directrices generales a las iglesias Hechos 2:42, cada cultura y cada época tiene la libertad de determinar los elementos específicos de sus reuniones. Sin embargo, el espíritu de nuestras reuniones debe ser el mismo de Colosenses 3:12 al 16.

Aunque no hay prácticas y métodos detallados para la iglesia, el Salmo 96 escribe la manera de alabar y exaltar al Señor en todos los tiempos.

Pero, a veces, no glorificamos a Dios cuando nos reunimos con Él. Jesús advirtió que honrar al Señor con nuestros labios, pero con el corazón alejado de Él, es vano Marcos 7:6 al 13. Si nuestras actitudes son causantes de división, polémicas, o son egoístas, no hemos adorado al Señor 1 Corintios 11:17 al 22. 
Ahora bien.
    ¿En qué se concentra usted mientras está en la iglesia: en sí mismo, en sus preferencias, o en el Señor? ¿Qué le impide concentrarse en Dios? ¿Qué necesita entregarle?
    La adoración privada y personal moldea nuestra mente, emociones y voluntad, y nos prepara para honrar verdaderamente a Dios por medio de la expresión colectiva. ¿Cómo pudiera usted exaltar al Señor cada día con sus pensamientos, actitudes, palabras y acciones?
Bendiciones y hasta pronto

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