Y el pueblo creyó; y oyendo que
Jehová había visitado a los hijos de Israel, y que había visto su aflicción, se
inclinaron y adoraron.
Uno de los temas más debatidos en la
iglesia de hoy es la adoración. Lamentablemente, a veces se habla de batallas
de adoración para referirse al conflicto entre los diversos estilos de música y
de predicaciones. Tal vez sea el momento de abrir nuestras mentes, desechar
nuestras preferencias, y aprender lo que dice el Señor. La palabra adorar
significa en la Biblia inclinarse con humilde respecto ante un ser superior.
El objetivo es conocer y exaltar al
Señor de tal manera que nos marchemos transformados. Al igual que Abraham, nos
humillamos y honramos a Dios creyendo en Él, obedeciendo sus mandamientos, y no
negando nada a Él Génesis 22:1 al 18; Hebreos 11:17 al 19.
El Antiguo Testamento dio normas muy
específicas para la adoración, pero Cristo cambió la forma de acercamos a Dios
al venir al mundo He 9:1 al 15; 10:19 al 23.
Ahora Cristo nos dice que la única
manera de adorar al Señor es en espíritu y en verdad Juan 4:23 y 24. Debido a
que el Espíritu Santo está ahora dentro de cada creyente, nuestro lugar de
encuentro con Dios no es un templo exterior, sino el espíritu interior del
hombre Filipenses 3:3, y el sacrificio que ofrecemos somos nosotros mismos Romanos
12:1 y 2.
Ya que el Nuevo Testamento da solo
directrices generales a las iglesias Hechos 2:42, cada cultura y cada época tiene
la libertad de determinar los elementos específicos de sus reuniones. Sin
embargo, el espíritu de nuestras reuniones debe ser el mismo de Colosenses 3:12
al 16.
Aunque no hay prácticas y métodos
detallados para la iglesia, el Salmo 96 escribe la manera de alabar y exaltar
al Señor en todos los tiempos.
Pero, a veces, no glorificamos a Dios
cuando nos reunimos con Él. Jesús advirtió que honrar al Señor con nuestros
labios, pero con el corazón alejado de Él, es vano Marcos 7:6 al 13. Si
nuestras actitudes son causantes de división, polémicas, o son egoístas, no
hemos adorado al Señor 1 Corintios 11:17 al 22.
Ahora bien.
¿En qué se concentra usted mientras está en la iglesia: en sí mismo, en
sus preferencias, o en el Señor? ¿Qué le impide concentrarse en Dios? ¿Qué
necesita entregarle?
La adoración privada y personal moldea nuestra mente, emociones y
voluntad, y nos prepara para honrar verdaderamente a Dios por medio de la
expresión colectiva. ¿Cómo pudiera usted exaltar al Señor cada día con sus
pensamientos, actitudes, palabras y acciones?
Bendiciones y hasta pronto