jueves, 21 de abril de 2016

PODEMOS ACERCARNOS CON SINCERIDAD A DIOS



DEPENDENCIA DEL AMOR DE DIOS
Romanos 5:8

Cuando vamos a los Salmos, algo que resulta evidente es la honestidad casi temeraria de las oraciones.

A diferencia de los salmistas hebreos, la mayoría de los pueblos antiguos se acercaban a sus dioses con ansiedad, porque sus deidades eran seres cambiantes y caprichosos.

Si querían tener una cosecha abundante, el parto sin complicaciones de un bebé, o la protección de sus enemigos, oraban y hacían sacrificios, pero nunca había ningún razonamiento del amor y la fidelidad divina en los cuales confiar; ósea la esperanza no era nada segura 1ro Reyes 18:20-29.

Por el contrario, el Dios de los Salmos es misericordioso y clemente, lento para la ira, y grande en misericordia Salmos 103:8.

Su amor es grande e invariable, y su perdón amplio y generoso.

Como el padre se compadece de los hijos, se compadece Jehová de los que le temen Salmos 103:13.

Porque el Dios de Israel es bueno y fiel, su pueblo ora de modo diferente.

Por ejemplo, no aplacan a Dios con lisonjas vanas.

Por el contrario, expresan abiertamente su enojo a Dios, hablándole en tono acusador de su aparente ausencia.

¿Por qué estás lejos, oh Jehová, y te escondes en el tiempo de la tribulación? 10:1.

Tampoco fingen ser buenos cuando sus gargantas están llenas de venganza.

Hija de Babilonia… dichoso el que tomare y estrellare tus niños contra la peña Salmos 137:8-9.

Por otra parte, a pesar de ser un libro de alabanza y acción de gracias, los salmistas presentan más lamentos que cualquier otro tipo de oración.
Reverencian a Dios, pero, de manera extraña y sorprendente, su reverencia les da libertad para ser sinceros.

Como una colección de oraciones y alabanzas que es, el libro de los Salmos es también una antología de quejas y turbación.

En otras palabras, la experiencia humana se ha infiltrado en el canon sagrado, lo que demuestra que Dios nunca es sorprendido por nosotros.

Es interesante poder notal el contraste que hay entre los Salmos y los demás libros de la Biblia.

Todo el resto de la Biblia presenta a Dios hablándonos a nosotros.

Solamente los Salmos están formulados con palabras humanas de quejas suplicas  y el reconocimiento del poder soberano de Dios, dirigidos única y exclusivamente a Dios.

Como tales, los Salmos ilustran la necesidad que tenemos de entrar en la presencia de Dios con nuestras oraciones tal cuales son, incluyendo nuestros deseos: Señor, delante de ti están todos mis deseos, y mi suspiro no te es oculto 38:9.

A Dios no lo molesta nuestra condición humana.

De hecho, prefiere cualquier cosa antes que el fingimiento.

PREPARACIÓN DEL CAMINO PARA LA ALABANZA
El deseo es normalmente la expresión más sincera y vulnerable de lo que somos, y especificar nuestras necesidades, expresar lo que sentimos es una de las acciones más valientes, especialmente en la presencia de Dios.

Examinar nuestros deseos es sacar de nuestro corazón las intenciones ocultas.

Es identificar el verdadero objeto de nuestros afectos.

De esta manera, responder a la pregunta: ¿Qué quiero? deja al descubierto nuestras contradicciones espirituales.
Porque, por más atemorizante que pueda ser la verdad, muy cerca de la transparencia está la transformación.

Bienaventurado el hombre en cuyo espíritu no hay engaño Salmos 32:2.

Puede parecer paradójico insistir en la necesidad de desear tener fe; pero tal vez no nos corresponda a nosotros entender cómo orar antes de hacerlo.

Más bien, como vemos en los Salmos, tal vez debamos orar sinceramente y luego confiar en que los deseos con que llegamos, no serán siempre los deseos con los cuales terminaremos.

Deléitate asimismo en Jehová, y él te concederá las peticiones de tu corazón Salmos 37:4.

Traer nuestros deseos ante Dios es una manera de expresar necesidad y de ser vulnerables.

Ahora bien: la pregunta que podemos hacernos es ¿Al terminar de orar, nos vamos con la confianza de que nuestra inteligencia y nuestro trabajo laborioso podrán proporcionarnos lo que nos falta?

En vez de eso, tenemos que aventurarnos completamente a la garantía de la provisión de Dios.

Algunos confían en carros, y otros en caballos; mas nosotros en el nombre del SEÑOR nuestro Dios confiaremos. Salmos 20:7 LBLA.

Dios ayuda a los indefensos, por tanto tenemos que llegar a estar necesitados para llegar a ser bienaventurados.

Necesitar de Dios puede ser un acto de dependencia, y al reconocer delante del Él, sin restricciones, nuestras necesidades, anhelos, confusiones y dolor, nos formamos el hábito de encontrar al Señor en cada circunstancia.

El deseo, expresado con sinceridad y transformado por el Espíritu, prepara el camino para la alabanza.
DESEO DE VALENTÍA PARA LA ORACIÓN SINCERA
Las oraciones cautelosas nunca ponen a prueba la fortaleza de nuestra fe, sin embargo, las oraciones valientes sí.

Si Dios se pareciera a las deidades malhumoradas e impredecibles de los dioses falsos, oraríamos diciendo lo que pensamos que Él quiere escuchar.

Pero puesto que Dios es tan misericordioso como dice la Biblia, lo suficiente para hacer de su Hijo nuestro compasivo Sumo Sacerdote, que recibe todas nuestras oraciones incluso las egoístas, entonces si pedimos pan, ¿esperaremos recibir una piedra? Mateo 7:9.

Orar por los deseos de nuestro corazón deja al descubierto nuestras infidelidades.

Pero, como nos enseñan los Salmos y como lo declara el evangelio, Dios es misericordioso con nosotros y recibe con interés nuestras oraciones tal como son.

Y por medio de ellas, Él hará de nosotros lo que debemos ser.

No olvide que Dios le ama tal y como es. Romanos 5:8
Bendiciones y hasta pronto