Romanos 5:8
Cuando vamos a los
Salmos, algo que resulta evidente es la honestidad casi temeraria de las
oraciones.
A diferencia de los
salmistas hebreos, la mayoría de los pueblos antiguos se acercaban a sus dioses
con ansiedad, porque sus deidades eran seres cambiantes y caprichosos.
Si querían tener una
cosecha abundante, el parto sin complicaciones de un bebé, o la protección de
sus enemigos, oraban y hacían sacrificios, pero nunca había ningún razonamiento
del amor y la fidelidad divina en los cuales confiar; ósea la esperanza no era
nada segura 1ro Reyes 18:20-29.
Por el contrario, el
Dios de los Salmos es misericordioso y clemente, lento para la ira, y grande en
misericordia Salmos 103:8.
Su amor es grande e
invariable, y su perdón amplio y generoso.
Como el padre se
compadece de los hijos, se compadece Jehová de los que le temen Salmos 103:13.
Porque el Dios de
Israel es bueno y fiel, su pueblo ora de modo diferente.
Por ejemplo, no
aplacan a Dios con lisonjas vanas.
Por el contrario,
expresan abiertamente su enojo a Dios, hablándole en tono acusador de su
aparente ausencia.
¿Por qué estás lejos,
oh Jehová, y te escondes en el tiempo de la tribulación? 10:1.
Tampoco fingen ser
buenos cuando sus gargantas están llenas de venganza.
Hija de Babilonia… dichoso
el que tomare y estrellare tus niños contra la peña Salmos 137:8-9.
Por otra parte, a
pesar de ser un libro de alabanza y acción de gracias, los salmistas presentan
más lamentos que cualquier otro tipo de oración.
Reverencian a Dios,
pero, de manera extraña y sorprendente, su reverencia les da libertad para ser
sinceros.
Como una colección de
oraciones y alabanzas que es, el libro de los Salmos es también una antología
de quejas y turbación.
En otras palabras, la
experiencia humana se ha infiltrado en el canon sagrado, lo que demuestra que
Dios nunca es sorprendido por nosotros.
Es interesante poder
notal el contraste que hay entre los Salmos y los demás libros de la Biblia.
Todo el resto de la
Biblia presenta a Dios hablándonos a nosotros.
Solamente los Salmos
están formulados con palabras humanas de quejas suplicas y el reconocimiento del poder soberano de Dios,
dirigidos única y exclusivamente a Dios.
Como tales, los
Salmos ilustran la necesidad que tenemos de entrar en la presencia de Dios con
nuestras oraciones tal cuales son, incluyendo nuestros deseos: Señor, delante de
ti están todos mis deseos, y mi suspiro no te es oculto 38:9.
A Dios no lo molesta
nuestra condición humana.
De hecho, prefiere
cualquier cosa antes que el fingimiento.
PREPARACIÓN
DEL CAMINO PARA LA ALABANZA
El deseo es
normalmente la expresión más sincera y vulnerable de lo que somos, y
especificar nuestras necesidades, expresar lo que sentimos es una de las
acciones más valientes, especialmente en la presencia de Dios.
Examinar nuestros
deseos es sacar de nuestro corazón las intenciones ocultas.
Es identificar el
verdadero objeto de nuestros afectos.
De esta manera,
responder a la pregunta: ¿Qué quiero?
deja al descubierto nuestras contradicciones espirituales.
Porque, por más
atemorizante que pueda ser la verdad, muy cerca de la transparencia está la
transformación.
Bienaventurado el
hombre en cuyo espíritu no hay engaño Salmos 32:2.
Puede parecer
paradójico insistir en la necesidad de desear tener fe; pero tal vez no nos
corresponda a nosotros entender cómo orar antes de hacerlo.
Más bien, como vemos
en los Salmos, tal vez debamos orar sinceramente y luego confiar en que los
deseos con que llegamos, no serán siempre los deseos con los cuales
terminaremos.
Deléitate asimismo en
Jehová, y él te concederá las peticiones de tu corazón Salmos 37:4.
Traer nuestros deseos
ante Dios es una manera de expresar necesidad y de ser vulnerables.
Ahora bien: la
pregunta que podemos hacernos es ¿Al terminar de orar, nos vamos con la
confianza de que nuestra inteligencia y nuestro trabajo laborioso podrán proporcionarnos
lo que nos falta?
En vez de eso,
tenemos que aventurarnos completamente a la garantía de la provisión de Dios.
Algunos confían en carros, y otros en
caballos; mas nosotros en el nombre del SEÑOR nuestro Dios confiaremos. Salmos 20:7
LBLA.
Dios ayuda a los
indefensos, por tanto tenemos que llegar a estar necesitados para llegar a ser
bienaventurados.
Necesitar de Dios
puede ser un acto de dependencia, y al reconocer delante del Él, sin
restricciones, nuestras necesidades, anhelos, confusiones y dolor, nos formamos
el hábito de encontrar al Señor en cada circunstancia.
El deseo, expresado
con sinceridad y transformado por el Espíritu, prepara el camino para la
alabanza.
DESEO
DE VALENTÍA PARA LA ORACIÓN SINCERA
Las oraciones
cautelosas nunca ponen a prueba la fortaleza de nuestra fe, sin embargo, las
oraciones valientes sí.
Si Dios se pareciera
a las deidades malhumoradas e impredecibles de los dioses falsos, oraríamos
diciendo lo que pensamos que Él quiere escuchar.
Pero puesto que Dios
es tan misericordioso como dice la Biblia, lo suficiente para hacer de su Hijo
nuestro compasivo Sumo Sacerdote, que recibe todas nuestras oraciones incluso
las egoístas, entonces si pedimos pan, ¿esperaremos recibir una piedra? Mateo
7:9.
Orar por los deseos
de nuestro corazón deja al descubierto nuestras infidelidades.
Pero, como nos
enseñan los Salmos y como lo declara el evangelio, Dios es misericordioso con
nosotros y recibe con interés nuestras oraciones tal como son.
Y por medio de ellas,
Él hará de nosotros lo que
debemos ser.
No olvide que Dios le
ama tal y como es. Romanos 5:8
Bendiciones y hasta
pronto