Amar
sin restricciones
1
Juan 2:7 al 11
Pero el que aborrece a su hermano, está en tinieblas y anda en
tinieblas, y no sabe adónde va, porque las tinieblas han cegado sus ojos V.11
Juan
dice que la persona que odia a su hermano no tiene la Luz de Cristo, sino que
está en tinieblas y no ha salido nunca de ellas.
Decir
que se encuentra usted en la luz a pesar de que odia a su hermano es una desaprobación
básica de la fe.
Semejante
actitud de hostilidad, de indiferencia y falta de interés en otra persona es
señal de una vida que no ha sido regenerada.
El
apóstol Juan dice que aquel que odia a su hermano se halla en tinieblas y no
sabe a dónde va.
No
entiende que esto puede llevar al asesinato o a la mutilación criminal.
Continúa
a ciegas, tropezando en su esfuerzo lleno de odio por hacer daño a su amigo, a
su hermano o compañero, quienquiera que sea.
Pero
el resultado es que solo se está haciendo daño a sí mismo y a todos los que supuestamente
él cree que ama.
Pero
además está cegado.
Dice
Juan: las tinieblas le han cegado los ojos.
La
palabra que se usa aquí significa hacer insensible, y eso implica que, si
vivimos de esta manera, al final llegaremos al momento en que ya no podemos
responder.
El
odio se apodera de nosotros, endureciendo nuestro corazón, que ya no puede reblandecerse.
Es
posible que los cristianos sucumban de manera temporal a esta clase de cosa.
Pueden
caminar temporalmente en tinieblas, pero ya no son hijos de las tinieblas
porque la luz del amor de Dios ha entrado en sus corazones.
Si
no son conscientes de la lucha entre la expresión de odio o si no se preocupan
por tener una conciencia culpable por su odiosa actitud, deberían preguntarse
si han pasado en realidad de la muerte a la vida.
Esto
es algo que el Espíritu de Dios tratará de manera inevitable en el cristiano
para llevarlo al conocimiento de su actividad impropia, y en ocasiones podrá
llevarse a cabo por medio de medidas muy difíciles.
El
perdón tiene un papel fundamental en el cristiano.
Es
importante entender que los cristianos pueden engañarse a sí mismos, siguiendo
la actitud del mundo de que no pueden perdonar.
Cuando
las personas sin Cristo odian, se encuentran presas bajo ese dominio al que no
pueden escapar.
Pero
cuando el Hijo de Dios entra en sus vidas, el poder del maligno queda
eliminado, y se liberan de ello y pueden perdonar, pero todavía es preciso que
estemos de acuerdo en hacerlo.
Dios
no nos va a obligar a perdonar aparte de nuestra propia voluntad, a pesar de
que tengamos la habilidad para hacerlo.
Los
verdaderos cristianos se destacan por la habilidad para perdonar a cualquiera a
pesar de cómo se sientan.
¿Necesitamos
que sean abiertos nuestros ojos para poder escapar voluntariamente al dominio
del rencor?
Bendiciones
y hasta pronto