martes, 5 de julio de 2016

Un grito de esperanza



Lucas 11:2-4
Él les dijo: Cuando oréis, decid: Padre nuestro que estás en los cielos, santificado sea tu nombre. Venga tu Reino. Lucas 11:2ª

Este es un grito de oración, donde con desesperación y anhelo buscamos a Dios, pidiendo que Venga su reino.

Ahora este puede ser un suspiro por el cielo. Y la pregunta más acertada podría ser
¿Quién de nosotros no añora el cielo?

Creo que toda la raza humana anhela ser libre del aburrimiento de esta vida y experimentar la gloria que leemos en la Biblia.

O esto podría ser, como debería ser, un clamor para que el Trono de Dios venga a la tierra.

Ósea: Venga tu Reino, significando que los reinos de este mundo se conviertan en el reino de nuestro Padre Celestial y de Su Hijo Jesucristo.

Hay mucho en las Escrituras sobre esto. Ahora bien: ¿Quién de nosotros no está cansado de la guerra y la pobreza enfermiza que agobia a los seres humanos sin sentido?

¿Quién no está cansado de la miseria, la desesperación, y anhela que venga el día cuando Dios reinará en justicia sobre toda la tierra?

Pero creo que esta oración es más que eso.
Es más que un vistazo anhelante al futuro, ya sea aquí en la tierra o en el mismo Cielo.

Entonces: este es un clamor suplicando que la voluntad de Dios sea hecha, por medio de la sangre, el sudor y las lágrimas de la vida humana.

Eso es lo que anhelamos: Venga tu reino a través de las adversidades que estamos enfrentando en este mismo instante.

Eso es lo que significa esta oración.
Las Escrituras nos revelan una verdad que el hombre nunca sabría por sí mismo, pero que se vuelve obvia al ver la vida por medio de los lentes de la Palabra de Dios.

Y sencillamente es eso, que Dios está construyendo Su reino en secreto, por decirlo de alguna manera.

Cuando es menos evidente que Él está obrando, es indiscutiblemente el tiempo en el que está logrando sus objetivos en y por medio de nosotros.

Entonces podemos concluir que detrás de los andamios de las adversidades y la desesperación, Dios continuamente está construyendo Su imperio de amor y gloria.

En estas pruebas, donde las adversidades, desilusiones, penas y desastres, donde cuando creemos que Dios está ocupado en otras cosas más importantes que nosotros.

Y creemos que hemos sido abandonados, cuando nos sentimos como que Dios ha retirado Su mano y ya no sentimos la amistad de Su presencia, es precisamente cuando Él esta perfeccionándonos para su Reino.

Una vez me senté con un hombre anciano que me contó la historia de su vida.

Había pasado por un aterrador accidente que le había dejado una marca física, pero un matrimonio roto le había causado una cicatriz incluso más profunda.

Había crecido en una iglesia y, antes de que le ocurrieran estas cosas, su perspectiva era la de un santurrón que juzgaba a todo aquel que a su juicio, sus vidas no eran cónsonas con la santidad de Dios.

Era como una especie de aguijón para aquellos que no lograban ser libres de las dificultades y problemas.

Pero dijo: ¿Sabes qué?, la humillación de mi divorcio me hizo darme cuenta de mi actitud farisaica.

Y sé que nunca hubiese llegado a mi vida el consuelo presente y el entendimiento de la voluntad de Dios si no hubiese pasado a formar parte del inventario del divorcio.

Es por medio de estos caminos que Dios construye Su reino.

¡Qué glorioso misterio es este!
De la oscuridad Dios convoca la luz; de la desesperación y la esperanza.

De la muerte viene la resurrección.
No puedes tener resurrección sin muerte, esperanza sin desesperación, o luz sin oscuridad.

Por medio de la derrota, el reino de Dios nace en los corazones de la raza humana.

Esto es lo que significa esta oración.
Oh Señor, no soy más que un niño pequeño.
No entiendo los misterios de la vida.

No conozco los caminos del mundo de los hombres, pero, Señor, te pido que mediante estas mismas circunstancias en las que me encuentro, por medio de las presentes dificultades, de estas batallas presentes, venga Tu reino.

Padre, con qué frecuencia malentiendo la vida, aunque te has tomado tantas molestias para enseñarme los secretos de la vida.

¿Cuantas veces, Padre, me he rebelado en algún resentimiento necio en contra de Tu Obra y tu Santa Voluntad?

Pero también he visto que por medio de estas horas de resentimiento y amargura, Tú has estado obrando con tu amor para traerme al entendimiento de la realidad, para traerme de nuevo a Tu presencia e inundarme de tu amor inefable puro y sincero.

Ahora la pregunta de mayor importancia seria la siguiente: ¿Estamos orando con una anticipación jubilosa por el reinado triunfante de Cristo en la tierra?

¿Estamos suplicando simultáneamente por Su reinado Triunfante en nuestro caminar personal y diario con Él?
Por favor revisemos nuestro corazón.

Bendiciones y hasta pronto