miércoles, 15 de febrero de 2017

El Pecado


Romanos 5:12 nos presenta la naturaleza caída del hombre y a las cabezas de las dos familias.

La primera cabeza, es Adán, por quien el pecado entró en el mundo.

La segunda Cabeza, es Cristo, por quien ha abundado la gracia por encima del pecado.

Muchos que creen que sus pecados han sido perdonados, pero sienten gran incertidumbre al encontrar la raíz, ósea el pecado, en la carne.

Mucha de esta confusión surge por falta de observar cuidadosamente la distinción entre los pecados y el pecado.

Al revisar los versículo del 1 al 11 de este capítulo podemos notar que estos concluyen con el asunto de los pecados, los actos de desobediencia contra Dios.

Ahora el versículo 12 afronta el asunto del pecado.
Por tanto, como el pecado entró en el mundo por un hombre, y por el pecado la muerte, así la muerte pasó a todos los hombres, por cuanto todos pecaron.

En este versículo tenemos dos pruebas del origen del mal: en primer lugar, el pecado entró en el mundo por un hombre, y en segundo lugar, toda la raza humana, es heredera del pecado y todos mueren.

¡Qué coherencia más absoluta entre la Palabra de Dios y los hechos humanos!

Y la muerte reinó tanto si el hombre era puesto bajo la ley como si estaba sin ley.

Después de la entrada del pecado y de la caída del hombre, la ley no fue dada durante dos mil quinientos años.

Pues antes de la ley, había pecado en el mundo; pero donde no hay ley, no se inculpa de pecado.

No obstante, reinó la muerte desde Adán hasta Moisés, aun en los que no pecaron a la manera de la transgresión de Adán, el cual es figura del que había de venir.
Versículos 13 y 14.

Esto significa que ellos no eran transgresores de una ley dada, sino que eran herederos de Adán, recuerde el mandamiento prohibitivo  de Dios en Génesis 2: 17 esa es la razón de la muerte, lo que era prueba de que había la presencia del pecado consecuencia de la desobediencia a Dios.

El pecado y la muerte entraron en la creación  por medio de su cabeza, Adán.

La muerte no es exclusivamente la pena de una ley quebrantada, sino que al haber entrado el pecado, el resultado es la muerte, como lo expresa la Biblia en Romanos 6:23. La paga del pecado es muerte.

En contraste con el pecado y la muerte que entraron por la primera cabeza, a Dios le agradó revelarnos que la justicia y la vida han entrado para una nueva raza por la dádiva de Su propio Hijo Romanos 6:23

Sólo que el don infinito tiene que sobreabundar sobre lo finito, por terrible que haya sido el resultado del pecado del hombre.

Dios no podía, en Su favor gratuito a nosotros, darnos un don que se quedase corto de nuestra necesidad.

Por ello, el Espíritu Santo nos muestra con todo esmero cómo el don del favor gratuito que sobreabundo por encima del pecado, la raíz del mal y por encima de la muerte que entró por Adán.

Versículo 15.
Pero el don, el acto de favor no fue como la transgresión; porque si por la transgresión de aquel uno murieron los muchos, abundaron mucho más para los muchos la gracia y el don de Dios por la gracia de un hombre, Jesucristo.

Indudablemente que el efecto de la ofensa del pecado de Adán sobre los muchos, sobre toda su posteridad, es grande y terrible, y todos pertenecemos a estos muchos.

La muerte pasó a todos los hombres.
Sin embargo, si hemos pasado de muerte a vida, en la Cabeza resucitada de la nueva  creación, tenemos que ver ahora cómo esa gracia de Dios, y el don por gracia, por Uno, Jesucristo ha abundado a los muchos en Él.

Versículo 16.
Y con el don no sucede como en el caso de aquel uno que pecó; porque ciertamente el juicio vino a causa de un solo pecado para condenación, pero el don vino a causa de muchas transgresiones para justificación.

En Adán vemos un pecado, y las consecuencias que se han derivado del mismo en juicio.

Ahora contemplemos el don gratuito.
Veamos a Jesús, nuestro Sustituto: todas nuestras iniquidades fueron cargadas sobre Él, y ello para el propósito mismo de que por fe pudiésemos ser justificados de todas ellas.

Y mucho más que esto, no sólo justificados de todas nuestras iniquidades por Su sangre, sino que Él, habiendo muerto por nuestros delitos, fue resucitado para nuestra justificación.

Meditemos  entonces acerca de esta gran realidad, la resurrección de Jesús de entre los muertos.

Su resurrección tuvo lugar con el expreso propósito de nuestra completa y abundante justificación.

Cuando Jesús fue resucitado de entre los muertos, Él tomó para Sí mismo aquella santa vida que Él tenía y que Él mismo era.

Pudo asumirla en perfecta justicia, al haber glorificado a Dios y al haber redimido a los muchos según aquella gloria, y podía comunicar a ellos ósea a nosotros aquella misma vida eterna… una vida justificada en una justicia inmutable y perdurable.

Será de gran bendición si nuestras almas comprendiesen esta justificación reinante y perdurable de vida, aunque admitiendo plenamente que habíamos perdido todo derecho a nuestra vida, como hijos de Adán.

Versículo 17.
Porque, si por un delito reinó la muerte por uno, mucho más reinarán en vida por uno Jesucristo los que reciben la abundancia de gracia, y del don de la justicia.

Este versículo cierra el paréntesis iniciado en el versículo 13.

¿Puede alguien negar que la muerte reine por el pecado sobre la raza de Adán?

¿Dónde está el médico que pueda suprimir el reinado de la muerte?

Jesús dice de Sus muchos: Yo les doy vida eterna; y no perecerán jamás, ni nadie las arrebatará de mi mano Juan 10:28.

La muerte no tiene derecho alguno sobre aquellos que reciben la abundancia de la gracia y del don de la justicia.

Ellos reinan en vida por Uno Jesucristo.
Nada puede detener el curso de esta gracia; nadie puede arrebatarlos de Su mano.

Versículo 18.
Por el pecado de Adán, Dios declaró que todos merecemos morir; pero gracias a Jesucristo, que murió por nosotros, Dios nos declara inocentes y nos da la vida eterna.

El verdadero sentido de este versículo es: por un pecado vino el juicio hacia todos los hombres; asimismo por un acto de justicia vino el don gratuito hacia todos para justificación de vida, y Vida Eterna.

Es, como en el versículo 19, el efecto de las dos acciones, el  pecado de Adán y la obediencia de Cristo hasta la muerte, sobre  los dos muchos, las dos familias.

Dice. O sea, que la desobediencia de uno solo hizo que muchos desobedecieran, pero por la obediencia de Jesús, Dios declaró inocentes a muchos. Tla

Es de absoluta importancia ver que esta justificación de vida está relacionada con, y resulta de, Su Resurrección de entre los muertos.

No está escrito que Él guardase la ley para nuestra justificación, sino que Dios lo resucitó de entre los muertos para este mismo propósito, para nuestra justificación.

Ni es ni podría ser nuestra vida en la carne bajo la ley la que es justificada; esto no podría ser en manera alguna.

La vida que tenemos ahora delante de Dios es la vida de uno que ha pasado por la muerte y específicamente por nosotros; y todo aquello que había en contra de nosotros en las justas demandas de Dios queda plenamente satisfecho por aquella sola muerte de nuestro Sustituto.

Cristo es nuestra vida.
¿Puede haber una  acusación contra Él, incluso como nuestro Sustituto? 

Así, por la abundancia de la gracia tenemos una vida contra la que no hay ni puede haber acusación alguna y por tanto, una vida justificada.

En Adán, o en la carne bajo la ley, nada hay que nos pueda justificar en la vida de pecado.

La muerte y el juicio están sobre ella.
En Cristo tenemos una vida que reina, una vida completamente justificada, y que nada puede condenar.

Por lo que respecta a nuestros pecados, somos contados justos, la fe es contada como justicia, y, estando justificados, tenemos paz para con Dios.

Por lo que respecta a nuestra naturaleza pecaminosa adánica, a nuestra vida y posición adánicas, ya no estamos más bajo esa antigua naturaleza, sino en Cristo resucitado de entre los muertos, y la vida eterna que tenemos en Él es la vida justificada ¡en Él, y cuán totalmente justificados!

Es de la mayor importancia asirse de esto completamente justificados por Él de nuestros pecados, y, estando en la nueva  creación, completamente justificados en Aquel que resucitó de entre los muertos.

Esto es totalmente de parte de Dios, a la vez por medio de y en Cristo Jesús.

Ahora Bien, ¿sabes que ya no estás más en Adán ni relacionado con las cosas viejas que pertenecen a Adán?

El gran punto que debes ver es éste: Si alguno está en Cristo, nueva criatura es: las cosas viejas pasaron; he aquí todas son hechas nuevas.
Y todo esto proviene de Dios
2 Corintios 5:17 y 18.

Bendiciones y hasta pronto