martes, 29 de marzo de 2016

Sanando las heridas









Filipenses 1:6
Jesús vino a nuestro mundo para transformarlo, pero regresará para perfeccionar el trabajo que había comenzado.

Es difícil saber lo que realmente está pasando en la vida de las personas.
Por ejemplo, en la iglesia la mayoría de las personas sonríen, saludan a sus amigos, y tienden a dar una buena impresión.

Pero ¿qué tal si pudiéramos ver la verdad de sus vidas manifestada en sus cuerpos físicos? Descubriríamos que muchas están debilitadas por el dolor.
Sabríamos al instante si les está sucediendo algo, y haríamos lo que pudiéramos para ayudarlas.

Así es probablemente cómo Jesús percibía a las personas cuando trataba de ayudarlas.
Aunque en algunas de ellas las dolencias físicas eran más evidentes, también discernía la oscuridad espiritual y las heridas emocionales que las habían dejado devastadas.

Y aunque Cristo siempre intervenía para sanarlas físicamente, su propósito principal era salvarlas del pecado y darles vida en abundancia. Juan 10:10

Me pregunto cuántos creyentes hoy podrían decir con sinceridad que disfrutan de ese gran regalo. Sí, han sido salvos del pecado e irán al cielo, pero su vida parece más un seco desierto que un arroyo desbordante.

Bendiciones y hasta pronto.

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