sábado, 12 de diciembre de 2015

Gratitud en la rutina


Sea sincero. ¿Salta usted de la cama cada mañana, esperando alegremente tener ocho horas emocionantes de trabajo? ¿O le tiene pavor al sonido de la alarma del reloj, y a otro día más en el trabajo? ¿Consiste su rutina en despertar, ir a trabajar, volver a casa e ir a dormir cada noche para después repetir la misma rutina al día siguiente?

Probablemente todos hemos tenido períodos cuando la vida se vuelve rutinaria e incluso deprimente. Las demandas constantes de recibir un sueldo nos dejan agotados y malhumorados. ¿Qué nos hace falta? ¿Por qué no podemos encontrar felicidad y gratitud en la “rutina” de la vida?

Salomón fue un hombre que lo tuvo todo —no solamente poder, prestigio y riquezas, sino también un trabajo magnífico, una familia numerosa y gran sabiduría. Sin embargo, incluso para él, la vida pareció sin sentido. Ese es el tema que entretejió a lo largo del libro de Eclesiastés; su muy conocido lamento —“Vanidad de vanidades. . . todo es vanidad”, aparece en el primer capítulo y se repite en el último (1.2; 12.8). Aunque Salomón reconoce a Dios como el gobernante y juez soberano, mucho de lo que escribe enfatiza lo insignificante que es la vida vista desde una perspectiva terrenal. Veinte y nueve veces en este breve libro, utiliza la frase “bajo el sol”. De vez en cuando, sin embargo, nos recuerda la perspectiva de Dios, pues entender la vida desde un enfoque divino es la única manera de sentir gratitud y alegría en medio de la rutina.

LEA Eclesiastés 1.1—3.15
Salomón comienza haciendo esta pregunta: ¿Qué provecho tiene el hombre de todo su trabajo con que se afana debajo del sol? (1.3). Todos anhelamos sentir que estamos realizando algo de valor. Pero es difícil ver un gran propósito en las tediosas tareas de la vida cotidiana. Desde nuestra limitada perspectiva, las interminables tareas rutinarias parecen tediosas y frustrantes. Por más que hayamos sido bendecidos con un trabajo que ofrece nuevas y emocionantes oportunidades, su atractivo se evapora después de algún tiempo.

En su búsqueda de sentido a la vida, Salomón abordó una serie de proyectos extraordinarios (2.1-10). Y después de haber logrado todo lo que su corazón deseaba, estuvo satisfecho con todo su trabajo. Tal vez usted lo entienda si ha admirado su jardín o su casa después de haberles dedicado horas de arduo trabajo.

Sin embargo, los jardines deben ser replantados para que embellezcan cada año. Y la decoración de la casa pierde su atractivo una vez que pasa el tiempo. Tal vez fue así como se sintió Salomón, y la razón por la que cambia de parecer en el versículo que viene a continuación: “Miré yo luego todas las obras que habían hecho mis manos, y el trabajo que tomé para hacerlas; y he aquí, todo era vanidad y aflicción de espíritu, y sin provecho debajo del sol” (v. 11). Los grandes logros de Salomón no podían darle satisfacción. Fue así que reconoció que el trabajo era un don de Dios, y que nadie puede encontrar satisfacción o alegría sin el Señor (2.25; 3.12, 13).

Reflexione
Puesto que Eclesiastés se limita a lo que se percibe por medio de la mente y los sentidos naturales, examinemos algunos pasajes del Nuevo Testamento para tener una perspectiva más amplia.
  • Romanos 8.18-25 ofrece una explicación de lo que Salomón vio como la vanidad de la vida. ¿Cuándo será quitada finalmente esta futilidad? ¿Qué debemos hacer mientras tanto (vv. 24, 25)?
  • En Eclesiastés 2.1-11, Salomón trató de encontrar satisfacción en sus labores. ¿Cuántas veces utilizó en este pasaje las palabras “me”, “para mí” y “me hice”? ¿A qué conclusión llegó en el v. 11? ¿Qué motivación diferente en cuanto a nuestro trabajo se da en Colosenses 3.23, 24?
  • Debido a que Dios ha puesto eternidad en nuestro corazón (Ec 3.11), sabemos intuitivamente que la vida no se reduce a esta existencia presente. Sin embargo, Salomón temía que sus logros serían olvidados poco después de su muerte (1.11; 2.15-17). ¿Qué dicen Hebreos 6.10 y 1 Corintios 3.10-15 acerca de las obras de un creyente?
  • A Salomón también le preocupaba que, después de su muerte, no tendría control sobre todo lo que había trabajado para acumular (Ec 2.8-21). Desde una perspectiva celestial, ¿cómo podemos asegurarnos de que nunca perderemos nuestros tesoros cuando muramos (Mt 6.19-21)?
Responda
  • ¿Una perspectiva terrenal le ha hecho sentir lo mismo que Salomón? ¿Cómo ha moldeado esa perspectiva su motivación y la percepción de su trabajo?
  • Al igual que Salomón, ¿ha buscado usted, sin éxito, satisfacción en sus labores?
  • ¿Ha expresado recientemente su gratitud a Dios por el trabajo que le ha dado? ¿Cómo podría el agradecimiento cambiar su manera de pensar y su actitud en cuanto a su trabajo?
Repase
Salomón argumentaba que el fruto del trabajo del hombre no era eterno. Lo cual es evidente cuando uno ve una casa abandonada que alguien construyó con mucho esfuerzo, pero que con el tiempo perdió su belleza. No obstante, Eclesiastés 3.14 dice: “Todo lo que Dios hace será perpetuo”. Recuerde que somos hechura de Dios creados en Jesucristo; y que, antes de que naciéramos, el Señor ya había escogido buenas obras para que las hiciéramos. Si “andamos en ellas” nada de lo que hagamos será inútil.


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