martes, 2 de junio de 2015

El precio.



Porque habéis sido comprados por precio; glorificad, pues, a Dios en vuestro cuerpo y en vuestro espíritu, los cuales son de Dios.
Puesto que Dios es amor 1 Juan 4:16, quizá creamos que el hecho de brindarnos esta liberación amorosa le tomó poco esfuerzo.  Sin embargo, esta obra salvadora tuvo un precio muy alto.  Demandó que el Padre enviara a su Hijo unigénito a morir en una cruz.  El Señor Jesús fue traicionado, quebrantado, azotado, humillado y asesinado. 
No obstante, el dolor físico fue sólo parte de la tortura; el precio pagado por nuestra salvación puede aquilatarse mejor por su clamor desde la cruz: Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has desamparado? Mateo 27:46; Marcos 15:34. En ese instante el Dios todopoderoso se separó de su Hijo, con quien había vivido en unión perfecta por toda la eternidad. Ahí, separado del Padre, el Señor Jesucristo probó la crudeza de estar separado del Padre por todo el ser humano que haya existido o que nacería.
Esa fue la demostración más profunda del amor de Dios por nosotros, no porque Él haya permitido que Cristo muriera, sino porque diera la espalda a su Hijo para que Él pudiera probar por sí mismo lo que es la muerte eterna, tomando el lugar de toda la humanidad. Si nosotros resistimos su amor aun tratando de ganar el favor de Dios por nuestra cuenta, en efecto estaremos diciéndole que su sacrificio no fue suficiente.
Bendiciones y hasta pronto

No hay comentarios: