Necesitamos
aprender a obedecer a Dios
3 Porque lo que era imposible para la ley, por cuanto era débil por la
carne, Dios, enviando a su Hijo en semejanza de carne de pecado y a causa del
pecado, condenó al pecado en la carne;
4 para que la justicia de la ley se cumpliese en nosotros, que no andamos
conforme a la carne, sino conforme al Espíritu
Hoy es muy
difícil escuchar desde los pulpitos la exhortación a la obediencia. La cuestión
es simple practica y sencilla los predicadores de este tiempo creen saber más
que Dios. Ellos piensan que el tema de la obediencia no atrae la atención de
grandes multitudes, ya que suena a seguir órdenes o someterse a leyes y
mandamientos.
Después de
todo, ¿no vino Jesús a hacernos libres de todo eso? Bueno en realidad el término
ha sido malinterpretado pues la libertad de la que habla Jesús es como dice romanos
8: 2 al 4, analice bien el pasaje. Él vino para hacernos libres de la ley del
pecado y de la muerte, para que la justicia de la ley se cumpliese en nosotros.
En otras palabras, Él nos hizo libres de
la desobediencia. La libertad que ofrece Cristo nos hace libres para obedecer
los mandamientos de nuestro Padre celestial.
Ahora bien: entiéndase
que la verdadera libertad es la capacidad que se alcanza mediante la práctica
de hacer y vivir los principios básicos da la Palabra de Dios plasmados en la
Biblia. Vivir los principios básicos de la Palabra de Dios es obedecer a Dios. Hebreos
5:8 dice que aunque Jesús era Hijo, por lo que padeció aprendió la
obediencia.
Al comienzo,
todo parecen sencillos; hacemos simplemente lo que nuestros maestros nos dicen,
pero después aprendemos a discernir la voz del príncipe de los pastores Él nos
dice que debemos vivir de toda palabra que sale de la boca de Dios Mateo
4:4. Bajo su dirección, estudiamos la Biblia y encontramos que algunos
pasajes se aplican a nosotros.
Muchas veces
nos equivocamos, pensando que ciertos pasajes se aplican solamente al pueblo de
Israel, a la iglesia o a los últimos tiempos. Sin embargo, con paciente
persistencia, el Espíritu Santo nos presiona hasta que finalmente obedecemos la
voz de Dios. El Señor es paciente por tal motivo nos enseña de manera lenta
pero segura a cómo obedecer a su voz.
Bendiciones
y hasta pronto
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